Literatura y fotografía.

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martes, 12 de octubre de 2010

Apocalipsis


La evolución de la humanidad, desde que Dios hizo el mundo, ha requerido de etapas de transición para ir adquiriendo experiencias de perfeccionamiento. Desde la edad   cavernaria, el hombre ha luchado por subsistir soportando, hasta la fecha, varios ciclos de movimientos telúricos que por su magnitud, pueden llamarse apocalípticos. Tanto material, como espiritualmente, el progreso de la humanidad se ha ido perfeccionando porque esa ha sido la voluntad de Dios. Nada, que no sea necesario para el hombre, se ha efectuado, si no ha sido por voluntad divina. Todo es perfecto; todo es obra de Dios. Actualmente estamos llegando a otra etapa de transición. La misma naturaleza nos lo demuestra: antes de purificarse la capa terrestre y de darle fuerza y limpiar el ambiente, se desata una tempestad con rayos, truenos, fuertes ventarrones y mucha agua.
      Lo mismo está pasando con el ser humano: ha desaparecido el amor entre semejantes; la depravación del sexo entre hombres y mujeres es exagerada; violaciones continuas sin importar edades; degeneración absoluta, drogas al por mayor, borrachos, afeminados, drogadictos, terroristas, asesinos, ladrones, autoridades corruptas…  en fin, toda clase de pecados e injusticias. Todo mundo sólo ambiciona riqueza. Vana superioridad. Todos los vicios están absorbiendo a  la humanidad y muchas calamidades se están presentando en el mundo.
      Ya no hay amor espiritual en la mayor parte de la gente, sino perversidad. Pero, como dicen los dichos populares que encierran mucha sabiduría: no hay mal que por bien no venga y "tras la tempestad viene la calma".
      El mundo entero está sufriendo esta etapa apocalíptica que reveló Jesús al apóstol San Juan. Y, ahora, tal parece que Jesucristo ya está entre nosotros, ya regresó, como Él lo predijo; pero, no está en materia, sino espiritualmente. Poco a poco los malos se están volviendo más malos, para desaparecer; y los buenos se están purificando para hacer las nuevas generaciones que deberán regir a la futura humanidad.
      El espíritu ya empieza a dominar a la materia. El hombre se está debilitando; en la “edad de piedra” el hombre era fuerte e imponente; ahora, varios jóvenes se están volviendo débiles y afeminados. La depravación sexual, el consumo abundante de drogas, el terrorismo espantoso, el atesoramiento de riquezas, la injusticia a los débiles, etc. etc… Toda clase de maldades y defectos, deben crecer para que se derroten a sí mismos.
      ¡Más guerras, más armas, más vicios, más depravación, más egoísmos, más ambición por la riqueza material!. Más, más de todo lo malo que el mismo hombre produce y acepta, eso es lo que tendrá que terminar con lo malo… y al fin, lo bueno se impondrá espiritualmente, para que el hombre y la mujer se conviertan en un solo ser purificado, y regresen al Paraíso Terrenal, en donde Dios los está esperando. 
Profr. Eladio Alvarado Ávila

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