Dios materializó su pensamiento y dijo: hágase el Universo, y el universo se hizo; hágase la luz, y la luz se hizo. Y con el pensamiento formó el cielo, la Tierra, el mar, la vegetación y todo ser viviente.
Muchos misterios serán comprendidos cuando se pueda, con facilidad, materializar el pensamiento. Se han visto ya muchos casos de materialización de pensamiento, pero estos han sido tomados por un milagro, y un milagro es el hecho que, no teniendo una explicación lógica, y viéndose como cosa extraordinaria, se le da el nombre de milagro.
La materialización del pensamiento ya se explica más fácilmente, en el magnetismo. Así como cuando Jesús, poniendo su mano sobre la cabeza del enfermo, lo curaba. Con esto, hacía un milagro. Y efectivamente era eso, pues no se sabía el motivo de haber curado, con el simple hecho de haber puesto la mano sobre la cabeza. Y, en realidad, era un acto de materialización de pensamiento. Consistía en un pase magnético, cargado de un potente pensamiento de curación; que, materializándose, obraba en el cuerpo del enfermo, destituyendo a los átomos malos, por los átomos buenos de salud. Esto se ve palpablemente, en los efectos de la medicina de patente; pero, en este caso, hay necesidad de la materia en bruto, por decirlo así, y no basándose únicamente en el pensamiento como materia sutil.
Otra forma más clara de la materialización de pensamiento, es el hipnotismo Y antes de que Antonio Mesmer lo descubriera, ya se hacía uso de esta fuerza; y a los que la operaban, se les llamaba brujos. El principal motivo para el desarrollo de ésta fuerza misteriosa, que hace posible la materialización del pensamiento, es la voluntad: ¡firme!, ¡Inquebrantable!.
Se ha sabido de casos en los que gente inculta, y sin ningún conocimiento de esta ciencia; han producido “encantamientos”, enfermedades y aún han provocado la muerte, por fuerte sugestión a otras personas; y esto ha sido porque, en medio de su ignorancia, piensan y creen firmemente y sin ninguna duda, por falta de conocimiento cabal, que pueden hacer un bien o un mal, y ese pensamiento rudo se hace potente, mismo que, operando en un cerebro débil, hace su efecto.
Estos ejemplos pues, nos enseñan que hay una fuerza invisible, que materializa los pensamientos; o en otros términos más comprensibles, que hacen realidad un deseo. Esta fuerza llamada misteriosa, no tiene nada de misterio, es la fuerza del pensamiento; y en una forma más clara, se explica fácilmente como ya quedó dicho: ¡Querer y hacer!. Por ejemplo, si alguien quiere ser rico y trabaja arduamente, y no aparta su pensamiento de su propósito, al fin se realiza su deseo.
Ahora, en una forma más delicada, su explicación también es muy sencilla, y se norma en las sabias palabras de que: "lo que es en lo grande es en lo pequeño". Todo, desde el universo que es lo más grande que conocemos, hasta el átomo que es lo más pequeño; aunque, entre paréntesis, yo opino que nuestro universo es muy pequeño y que el átomo está todavía muy grande. Pero, sin que nos salgamos de lo que hasta ahora la ciencia tiene descubierto, pongamos al universo como lo más grande y al átomo como lo más pequeño. Estas fuerzas están en constante movimiento; y si lo que es en lo pequeño es en lo grande, entonces, en cada uno de los millones de átomos que componen nuestro cuerpo hay vida, y como estos nos pertenecen, están sujetos a nuestra voluntad. Y, para materializar un pensamiento, basta con que carguemos de bastante fuerza a un buen número de éstos, y los mandemos, por nuestra voluntad, a hacer lo que les ordenemos. Y es así como queda materializado el pensamiento.
Si esto fuera tan fácil de hacerse, como queda aquí dicho, ya estaría resuelto el problema del tema que nos ocupa, y que dice que: "muchos misterios serán comprendidos, cuando se pueda, con facilidad, materializar el pensamiento”. Pero, esto aún no ha sido posible, porque el ritmo de la vida en progreso, aún no lo permite. Es como querer que un niño de 3 años haga lo que un hombre de 33. Todo el universo se rige por un ritmo de evolución, desde el átomo hasta el universo, todo tiene su tiempo de duración para su transformación.
Vamos a hacer una suposición bastante fantástica, pero que quizá sea una realidad. Nos basaremos en sólo dos cosas, que son las que hacen posible un hecho: "el tiempo y el tamaño". Estas dos cosas unidas hacen una sola, y una vez hecha deja de existir; y por lo mismo, no existe ni el tiempo ni el tamaño. Si comparamos el tiempo que dura el universo, con relación al tamaño del átomo, entonces, habrá átomos que sean y dejen de ser, varios millones de veces en un instante; y si el universo, dentro de sus millones de años de existencia, ha de ser y dejar de ser, los miles de veces que en un instante vive un átomo, entonces, no hay tiempo posible que explique su existencia; y si a esto, agregamos que hay tantos universos como átomos hay en nuestro universo; entonces, la fantasía ya no tiene límites, y siendo así ¿quién iba a dudar que realmente no existiera ni el tiempo ni el tamaño?
Pero, salgamos de este intermedio de fantasía, y volvamos a lo que decíamos de que: todo se rige por un ritmo de evolución, desde el átomo hasta el universo. Y llegamos a la conclusión de que, sin ir más allá de nuestro planeta, desde el centro de él, hasta donde termina la capa atmosférica, no existe un espacio de la punta de un alfiler, en que no haya miles de millones de átomos, en constante renovación de “vida”; transformaciones que van haciendo el progreso rítmico de todo lo que ”es”.
Esta gran materia (el mundo), en muy grandes o pequeñas cantidades de átomos, se transforma en instantes, así como otras tardan años para su cambio. Todo esto ya lo sabemos, pero lo decimos para aclarar que, esto que pasa en la materia, también sucede en la fuerza vital que hace que el hombre piense. Entonces, regresando al principio y para terminar diremos que: un pensamiento en acción, sucediéndose una y otra vez con mucha fuerza de voluntad, hacen un pensamiento materializado. Todas las ciencias están basadas en este principio, la sucesión de hechos que van haciéndose potentes, el ritmo, la vibración, la repetición constante tiene una fuerza increíble, todo es y existe porque se rige por un ritmo universal, desde la rotación de los astros alrededor del sol, hasta el latir de nuestro corazón.
Prof.. Eladio Alvarado Ávila
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