¿Qué finalidad tiene la existencia del ser humano sobre la Tierra? Al correr del tiempo, ¿a dónde vamos? Después de dominar la maldad, crear la fe en Dios y el amor entre semejantes; ¿qué sigue? El hombre empezó peleando, y quizá termine amando; y después ... ¡qué!.
Estas reflexiones se estaba haciendo un filósofo, y dijo: ¿qué es lo bueno y qué es lo malo? Dios es bueno, pero nos hizo ignorantes. El diablo es malo, y quizá platicando con él, sepa realmente qué es lo malo; y así, saber qué es lo bueno, haciendo comparaciones. Trataré de localizarlo para platicar con él. Pero, ¿cómo se llega al infierno? Tal vez con el pensamiento pueda invocarlo. Pero, pensando en su atrevimiento, mejor decidió no hacerlo.
Haciendo investigaciones, el filósofo supo que a un asesino lo iban a electrocutar; y dijo, éste se va al infierno, ¿cómo haré para seguirlo?. Me pondré en contacto con él telepáticamente. Y así, valiéndose de sus amplios conocimientos exotéricos, el filósofo fue siguiendo al asesino hasta las puertas del infierno.
Una amplia portada daba acceso al averno, sin ninguna vigilancia. Y, empujado por una fuerza misteriosa, llegó nuestro sabio hombre, ante la presencia del diablo. -¡Qué quieres!, le dijo colérico y enfadado. -Quiero que me digas si tú sabes, qué es lo malo y qué es lo bueno -¡Lo malo soy yo, y lo bueno no lo conozco!
-Y… ¿no te gustaría acompañarme para ir a ver a Dios, y podamos saber qué es lo bueno?-¡Imposible! -dijo el diablo-, Dios no me quiere. –Y… si tú le prometes ya no ser malo, ¿no crees que te perdonaría? -Eso estaría muy bien, -dijo el diablo-, pues ya me aburrí de esta vida que llevo; nadie me quiere, todos me odian; y ya no puedo soportar la enorme cantidad de almas que tengo sobre mis espaldas, ¡quiero cambiar de vida o regresar a la nada!. -No desesperes, vamos a ver a Dios.
La buena intención del filósofo, le abrió las puertas del cielo, y fue muy fácil llegar ante la presencia de Dios. Y gritó Satanás con desesperación y fingida humildad: ¡Ya no quiero ser malo, quiero conocer lo bueno!. Y le dijo Dios: el mal tú lo provocaste desde que existe la vida; no es tan fácil remediarlo. Pero, para mí nada es imposible; si logras que tu maldad desaparezca de entre todos los seres del planeta, te perdonaré y desapareceré el infierno. -¿Por qué, tú, que formaste todo en el mundo, al hombre lo hiciste ignorante; fue él quien me ayudó a darle fuerza a mi maldad. – Y dijo Dios: al hombre lo hice perfecto y le di libre albedrío para normar sus acciones. Pero, interveniste tú, y lo haz hecho pecador desobedeciendo las virtudes teologales y adquiriendo los pecados capitales.
Colérico y arrebatadamente, el diablo dijo: fue en vano venir a verte; quieres que haga lo que tú no puedes hacer; mi fuerza es más poderosa que la tuya, y no me importan tus leyes y tus virtudes. Ya regreso a mi reinado con más fuerza para demostrarte mi poder. ¡Vámonos!, le dijo al filósofo, que permaneció callado durante el diálogo, y muy arrepentido de haber hecho contacto con el diablo. Pero, quedó satisfecho, pues pudo conocer la verdad de lo malo y de lo bueno.
Y el diablo, con su maldad, regresó al infierno a seguir provocando en el ser humano: la degeneración sexual, la drogadicción, el terrorismo, plagio, violación infantil, cáncer, sida... y, mucho odio y falta de amor entre semejantes. En tanto que el filósofo, se dedicó a observar la maravillosa obra de Dios: en los campos, en las nubes, los ríos, las aves y sus cantos. .. y as í , en todo lo que encierra la madre naturaleza. Y confirmó, que la prudencia es la madre de la ciencia.
Prof.. Eladio Alvarado Ávila
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