Literatura y fotografía.

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viernes, 17 de octubre de 2014

1928-1932.- CONTRA LA TRISTEZA, CURACIÓN SATÁNICA

Llegué a la edad de 8 años, en Santiago Miahuatlán, lugar donde mi papá tenía sus negocios de barrotes y un salón para exhibir películas mudas que eran la novedad en ese tiempo.
Fue hasta entonces que tanto, mi hermano de 11 años, como yo, fumos enviados a Orizaba como internos al colegio de mi tío Melitón, para cursar yo el primer año y mi hermano el segundo pues ya había estudiado en el pueblo.
La distancia entre Tehuacán y Orizaba yendo por tren y trasbordar en Esperanza, fue para mí a esa corta edad, una separación absoluta de mis papás; mi sensibilidad espiritual se afectó de tal modo que enfermé de alergias y tristeza, por lo que me regresaron a Tehuacán, después de un año de estudios; pero no obstante, siguió mi melancolía a la que la gente llamaba "tiricia" que mas bien viene siendo la ictericia, pero por ignorancia decían que se curaba viendo pétalos de rosa agitados en una palangana con agua; al no dar resultado, se dijo que estaba "espantado", y me curaría con otro susto, pero este más me afectó; resulta que al entrar a una pieza, alguien escondido me roció la cara con jerez al tiempo que gritaba ¡Eladio! ¡Eladio! e inmediatamente me cubrieron la cabeza con una toalla, así llorando de la impresión, se suponía que quedaba yo curado, pero fue todo lo contrario, pues lógicamente, seguía peor.
Con el deseo que me curara, mi mamá convenció a mi papá para que me llevara a Orizaba, pues decían que allá había una señora que curaba esas enfermedades que era del espíritu y n del cuerpo. No obstante mis 8 o 9 años, recuerdo perfectamente la casa a donde fuimos a ver a esa señora que ejercía la brujería. Me llevó a un sótano y me acostó en una plancha de piedra sobre una sábana, pero con el pecho y la espalda descubiertos; arriba de mí, en forma circular como de dos metros de diámetro se veía el cielo que en esa ocasión estaba limpio; ella vestía una bata muy holgada que le llegaba a los pies; parada a un lado mío empezó a orar, a veces muy quedo y otras casia gritos; no recuerdo que decía pero repetía mi nombre pidiendo por mí; después de eso tomó una paloma blanca y siguió orando levantándola entre sus manos al cielo; acto seguido tomó un cuchillo y se lo clavó en el corazón al animal, escurriendo su sangre caliente sobre mi pecho; yo lloraba, pero mi mamá me detenía para que no me moviera; ya moribunda la paloma la acabó de abrir por la mitad y me la colocó en el pecho con las alas extendidas sobre mis costillas y luego me vendó dejando la paloma sobre mi tórax.
No sé cuanto habrá cobrado la bruja por este "sacrificio", pero yo tuve que soportar 3 días de martirio por tener esa "curación" sobre mi cuerpo hasta que casi seca la paloma, la quemaron.
Yo creo que el miedo de seguir recibiendo esa clase de curaciones , me hizo esforzarme por "no estar triste". Y en Tehuacán ingresé a la Escuela Agrícola Industrial, pero aunque continué estudiando, mi estancia ahí fue sacrificio: era para mí tenebroso llegar a la hora del recreo, pues el día que nos tocaba natación, el profesor nos botaba al centro de la alberca para manotear y aprender a nadar; otro deporte que afortunadamente duró solo un día, fue el box ya que al ponerme los guantes para empezar la pelea, mi contrincante me dio el primer golpe en el pecho y fue suficiente para que yo soltara a llorar ante la carcajada de todos. Sin embargo terminé el segundo año de estudios, pero ya a la edad de 12 años, me daba pena estar entre niños mucho menores que yo, y ansiaba que esta situación terminara de cualquier modo, por lo que me encapriché casi llorando a no regresar a la escuela.

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