Literatura y fotografía.

Director: Profr. Eladio Alvarado Ávila.

Tel. 235 26 56, Cel. 044 22 25 23 31 46

E-mail: expedi_alvaa@hotmail.com

http://el-expediente-de-puebla.blogspot.com

Puebla, Pue. México.

martes, 28 de diciembre de 2010

Fotos de Puebla antigua

Publicidad de Teléfonos Ericsson, frente al Palacio del Ayuntamiento; junto al coche del presidente municipal.
El reloj del Gallito y estatua de Antuñano, en el cruce de las calles 11 norte-sur y Reforma.
Antiguo río de San Francisco pasando por el Puente de Ovando, al fondo la Iglesia de Analco.

Carta a mis manos


Queridas Manos:
      Me dirijo a ustedes en una forma tan fuera de lo común, que a muchos pareceré un hombre fuera de mis cabales. Pero, ¿en qué forma puedo agradecerles todo lo que han hecho por mí? ¿En qué forma puedo darles el valor que se merecen? ¿Cómo puedo demostrarles mi gratitud al servicio  que me han prestado desde que nací?  Sin ustedes, yo seria casi nada, y no tendría objeto mi existencia, sobre la tierra. Desde que nací, ustedes  han protegido mi cuerpo en todas formas. Han mitigado mis dolencias, con las yemas y las uñas de sus dedos. Ustedes me han alimentado llevando la comida a mi boca para hacerme subsistir; ustedes bañan mi cuerpo y se asean para darme de comer. Ustedes son las únicas que conocen  todo  mi cuerpo, y sin protestas, obedecen todos  mis deseos. Me ayudan a estudiar y a  hacer deporte; y día tras día sin descanso, trabajan y trabajan; y, todo lo hacen por mi.
       Si estoy triste y lloro, ustedes enjugan mis lágrimas; y si estoy alegre, ustedes se pegan una a otra para aplaudir y satisfacer mi contento. Si alguien me quiere agredir, ustedes me defienden furiosamente. Cuando estoy conversando con alguien, me ayudan con ademanes a expresar mi idea. Así es en todo, ustedes constantemente y durante todo el día, se están moviendo para darme la satisfacción de sentir que soy un hombre que vale; y, al final de cada día, noche tras noche, me ayudan a orar, y cruzando sus dedos, persignan mi cuerpo para entregarme junto con ustedes al reposo diario, pero, sin dejar de seguirme cuidando.
      Mucho, mucho ha sido lo que ustedes han hecho por mí; y, ¿cómo no les voy a estar agradecido, si únicamente dejarán  de trabajar cuando mi espíritu las deje, al separarme de este .mundo? 
       Gracias, manos mías, y ojalá que esta carta que hoy dirijo a ustedes, sirva para hacer reflexionar a mis lectores, que si el ser humano  tuviera la misma armonía, que ustedes tienen para coordinarse en el trabajo; si se dieran cuenta que en ustedes no existe el egoísmo, sino, tanto la izquierda como la derecha, sin tomar en cuenta lo débil o lo fuerte de cada una, las dos se ayudan mutuamente poniendo todo lo que está de su parte. Si, así nos tratáramos todos los humanos, tomando el ejemplo de ustedes, otro seria el mundo.
      Dios, que modeló al hombre con las yemas de sus dedos, estaría satisfecho de la obra que Él hizo con sus propias y benditas manos.
                                                    Prof.. Eladio Alvarado Ávila

El Sultán


      Soy un perro con el nombre de Sultán; llamado así por voluntad de mis amos. Yo no se hablar, y por eso dicen que no pienso, pero; recuerdo perfectamente todos los detalles de mi vida desde que nací, hasta este momento de mi vejez. Veo y oigo con más agudeza que el hombre; reúno cualidades que no tiene el ser humano; se amar y  se sentir la tristeza.
       Mi madre era una perra de raza Pastor Alemán; vivía en una casa de personas adineradas; yo nací acompañado de cuatro hermanos; la gente decía que éramos muy  hermosos. La niña menor de mis  amos me puso por nombre Sultán y yo fui su consentido, con sus manitas aterciopeladas me hacía caricias y yo las lamía porque sentía mucha felicidad.
      Mi madre y mis hermanos retozábamos en el pasto de esos elegantes jardines. Cuando dejé de mamar, la comida que nos daban era deliciosa y abundante. Y así, corrieron los días, semanas y meses; pero un día, se terminó mi felicidad. Dijo mi ama, la dueña de la casa, que ya era mucha la molestia que le causábamos. Y nos regaló a mí y tres hermanos más.
      De ellos, no se que suerte tendrían, pero a mí me fue muy mal; fui regalado a una de las sirvientas, quien a su vez, me regaló a una señora demasiado humilde, que tenía varios hijos; ellos, a un principio, me recibieron bien; pero, el cambio en  mi vida fue de asombro y dolor. Las caricias a las que estaba acostumbrado, se volvieron golpes de los muchachos que jugaban conmigo. Me botaban de manos a manos y varias veces caí al suelo; cuando chillaba  de dolor, me correteaban y yo espantado me metía en un cajón viejo que me servía para dormir, y que estaba en una terraza llena de basura y malos olores. La buena comida a la que estaba acostumbrado, se convirtió por tortillas remojadas en un caldo de sobras de la comida de ellos.
       Así, lleno de tristeza, pasaron los días y meses; mis desechos orgánicos se amontonaron en un rincón, hasta que un día, a patadas me echaron a la calle. Sin embargo, yo insistía en entrar y me quedaba a un lado de la puerta de entrada.  Pero ellos, al entrar o salir, me correteaban para alejarme de su casa. No soportando el hambre; empecé a caminar algunas calles espantado, pues no conocía lo que era estar fuera de casa. Seguía a algunas personas, buscando consuelo, y esperando que alguien aunque  sea me mirara, pero todos me espantaban. Corrí varias calles esquivando coches que fueron novedad para mí.
      Muerto de hambre, al fin encontré un muladar en un terreno baldío, ahí logré comer no se que cosa, pero de muy mal olor y lleno de tierra. Fui aprendiendo y seguí buscando muladares para mitigar el hambre. Dormía en los quicios de las puertas, y gracias a que todavía era joven, resistía los fríos del invierno. Después de algunos días de vagar, en un gran tiradero de basura, me encontré con varios de mis  semejantes, me acerqué a ellos con gusto queriendo hacer amistad, pero, a mordidas se me echaron encima, y aunque chillé y chillé queriendo correr, nada puede hacer y me dejaron tirado todo adolorido y mordisqueado.
      Lleno de dolor, tristeza y hambre, seguí con esta vida y así pasaron los días, los meses y los años. Cansado y debilitado por mi vejez y mala vida, un día me atropelló un coche y me quedé tirado con una pata rota; arrastrándome me acerqué a una puerta y después de unos días, empecé a caminar cojeando y con mucha dificultad. La gente en lugar de compadecerme, por mi flaqueza, pues tenía varios días de no comer, me espantaba, y hubo un chamaco que hasta una patada me dio.
      Nadie de los humanos comprenderá, el sufrimiento con que pagué los pocos meses de felicidad, que pasé en la casa de los ricos donde nací.
      Varios años pasaron, hasta que al fin, flaco y con una pata rota, fui recogido por una red y amarrado con mecates, unos hombres me subieron a una camioneta en donde estaban otros perros. Nos llevaron a una perrera, y ahí, todos tristes y ya moribundos, estamos esperando que nos maten, para ser comida de los leones que están en un zoológico. Así pasaron mis 15 años de  vida y ahora, deseo la muerte, ojalá sea pronto y este sea mi último dolor.
A MODO DE MORALEJA.
      Amigo lector, así como fue la vida del Sultán, aunque usted no lo crea, así existen varios de nuestros semejantes. Nosotros los llamamos “pordioseros”, “mendigos”, “indigentes o limosneros”. Estoy seguro que algunos sufren más de lo que sufrió el "Sultán", pero, por su ignorancia  y la indiferencia de nosotros y las autoridades, nadie puede remediar su situación.
      Hace unos meses, uno de los hombres más ricos del mundo, recibió honores de las autoridades por su riqueza que él mismo ignora  a cuánto llega. Y así como ese rico hay tantos y tantos que dicen que el pobre es pobre por tonto, y si algunos sufren, como lo que sufrió "El Sultán", es por voluntad de Dios.
      Pero esos ricos adoradores del poder hartados de vanidad, así como los funcionarios públicos, que ambicionan los puestos políticos para sus conveniencias personales, pagarán por su falta de amor a sus semejantes. La Ley de Compensación es infalible, todo se comprensa, lo bueno y lo malo. Por lo regular el ser humano hace más cosas malas que buenas; y, no nos damos cuenta de esa compensación, porque también interviene el karma de cada persona por los actos efectuados en fechas anteriores. Una enfermedad, un fracaso, un dolor de cabeza y hasta un tropezón, son motivo de un pago, así como un gusto, un triunfo y hasta una sonrisa, son motivo de una compensación por una buena acción o un buen pensamiento. Todo se paga o se premia, ahora o más tarde porque la Ley Divina es infalible.
                                                    Prof.. Eladio Alvarado Ávila

Fotos de Puebla antigua

Calzada a Los Fuertes y Casa Puebla, antes Casa de Betancourt, a la izquierda Estadio Ignacio Zaragoza en su construcción.

Pedestal en que fue colocada la estatua de Francisco I. Madero en la Plazuela de San José y el IMSS.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Fotos de Puebla antigua

La Plaza del Charro, demolida para hacer la Secretaría de Finanzas del Estado de Puebla.
Antigua Plaza de Toros que fue demolida. Hoy es un centro comercial.

El muñeco del rey


Te voy a contar el cuento que el tiempo ha convertido en una historia.
       Había una vez un Rey que tenía muchos poderes; entonces, pensó en hacer algo que lo hiciera inmortal a través de todos los tiempos de los tiempos. Pensó y pensó, y después de mucho pensarlo, inventó la INTELIGENCIA.
      Pues bien, la inteligencia, vagaba por el espacio sideral; pero, viendo él que todos ignoraban su existencia, muy preocupado se preguntaba: ¿qué haré para que mi INTELIGENCIA sea conocida? Y un día, jugando con el lodo del camino, hizo un pequeño muñeco, y le puso ojos, y le puso boca, y le puso manos y pies... y le puso todo. Entonces dijo: mucho se parece a mí, en él depositaré mi INTELIGENCIA.
      Lo levantó entre sus manos, y mirando hacia la altura, dándole un soplo en la cara:, hizo que el muñeco respirara y caminara.
      El juguete fue efectivo; tenía vida, y veía, y pensaba, y reía... y era muy feliz porque habiendo salido de la nada, lo era todo.
      El Rey, que tenía que viajar por otros mundos, llamó a su obra perfecta y le dijo: -HOMBRE, la Tierra es tuya; ya me voy, pero tú no morirás, porque tú eres mi INTELIGENCIA.
      Y el hombre pensó, y dijo: -Señor, muy feliz soy estando aquí a tu lado, pero, no me abandones, pues la soledad me matará y regresaré a la nada.
      -No será así, -dijo el Rey- y ya que tú lo deseas, vivirás acompañado. Entonces el Rey, que tanto poder tenía, modeló con igual perfección, pero dándole más cualidades espirituales, una pequeña muñeca; y le dijo al Hombre: -Comparte mi INTELIGENCIA con este duplicado que he sacado de ti mismo. Vivan. Y coman de todos los frutos de la vida, pero respeten el fruto de la sabiduría que yo les daré cuando regrese. No te olvides de mí, pues pronto volveré a tu lado.
       Y tú, MUJER, -le dijo a su otro frágil juguete-  cuida al Hombre; virtudes dejo en tu SER, ten fe, espera y protege; sé prudente, justa, fuerte y templada. Ten estas virtudes, pero más que nada ama... AMA al hombre. Y entonces, el Rey partió muy triste, pues dejaba parte de su Ser en sus dos hijos, la obra perfecta en la que él había depositado su GRAN INTELIGENCIA.
      Los dos vivieron muy felices, pero pronto el Hombre se aburrió por la rutina de la vida y olvidándose de las palabras de su Padre, un día pensó: el Rey me dejó su INTELIGENCIA, yo puedo ser como Él, sacaré de las entrañas de mi Mujer, más hombres y poblaré la Tierra y haré que todos me obedezcan, pues yo soy el dueño del mundo.
      Se dirigió a la MUJER quien estaba sentada al pie de un frondoso Manzano. Ella, guardaba entre su pecho y sus piernas, varias jugosas y coloradas manzanas que, al acercársele él, le ofreció para comerlas. El hombre, mañosamente, jadeante y jugando con brusquedad, extrajo de entre los frutos y carnes de la mujer, la suficiente materia para poder modelar al primer ser humano que poblaría la Tierra.
      La INTELIGENCIA del hombre, había logrado hacer muñequitos de la carne de su carne; quienes, teniendo las mismas características, crecerían y se multiplicarían para recorrer por el mundo. ¡Pobre MUÑECO DE BARRO! Se sintió superior al Rey y brotaron en él los pecados capitales: la codicia, la envidia, la lujuria, la soberbia, la gula, la cólera y la avaricia. El Don supremo  que el Rey legó al hombre: LA INTELIGENCIA, acababa de ser mancillada.
      Entonces la Mujer, recordando las palabras de su HACEDOR, le dijo al hombre: -Tanto tú como yo somos culpables, nos olvidamos de las virtudes que el Rey nos recomendó, y en cambio hemos adquirido los pecados. Tú, me has hecho daño; mira como sangran mis piernas; mi dolor es fuerte, pero un consuelo me queda, que esta CRIATURA es carne de mi carne, y que aún con sufrimiento, la amaré con más AMOR del amor que he dado a ti.
      De pronto, el muñeco, la muñeca y el pequeño muñequito, origen de su pecado, entraron en un letargo y rodando por el suelo, sin dejar de respirar, los tres quedaron dormidos. Y así, desde ese momento, el tiempo que no existía, hizo su aparición. El sol empezó a caer y las tinieblas se hicieron. Mas, de repente, la LUZ DE LA INTELIGENCIA, se proyectó en el espacio y cintilando  en las alturas, empezaron a brillar las estrellas y la luna. Ni la distancia, ni el tiempo, ni la cúpula del cielo, existían en la INTELIGENCIA DEL HOMBRE, antes del PECADO ORIGINAL.
      El Rey, que lejos andaba recorriendo sus dominios, sabía, que su Muñeco de Barro, había desobedecido sus órdenes y, con sus grandes poderes, pronto regresó a la Tierra. Todo estaba en silencio, todo dormía; y entonces dijo: -SOL, vuelve a subir a las alturas y que se haga la luz; que la mañana se alegre y que las aves canten y vuelen, y que todo vuelva a la normalidad; he regresado para que me rinda cuentas mi muñequito de barro.
       Y, dirigiéndose al HOMBRE, le dijo: -Despierta, y óyeme en tu conciencia, ya no podrás verme, pues tú desechaste mi presencia; no quisiste ser prudente y esperar mi retorno para que Tú y YO, por toda una eternidad, fuéramos un solo Ser; tú lo quisiste y vas a morir; pero, mi INTELIGENCIA seguirá existiendo por siempre, pues los hijos de los hijos de todos los hijos del mundo, la llevarán consigo, pero ellos, todos morirán; y, como tú, regresarán al barro del que yo formé tu cuerpo. MI INTELIGENCIA los seguirá y multiplicará su poder, pues todos tus descendientes le darán fuerza, la suficiente para que mi sabiduría sea conocida por todos los seres del orbe.
      -Y tú, MUJER, que también olvidaste mis palabras, tendrás más hijos; Y las que nazcan mujeres, de acuerdo a mi voluntad, podrán también duplicarse, pero será necesario que se unan a un hombre, y que se quieran para vivir los dos juntos; que trabajen y que luchen para sobrevivir, y que alimenten y cuiden  a sus críos.
      El Rey, aún con mucho pesar por castigar a sus hijos, había logrado su propósito: HACER ALGO QUE LO HICIERA INMORTAL A TRAVES DE TODOS LOS TIEMPOS DE LOS TIEMPOS; inventó la INTELIGENCIA, e hizo su MUÑEQUITO DE BARRO.
      El Rey entonces partió y se perdió en la lejanía, pero fue tanta su tristeza por reprender a sus hijos, que, la MADRE NATURALEZA, también sintió su dolor. El viento empezó a remolinarse; las nubes se volvieron negras y empezó a gritar el cielo y en su enojo lanzó lumbre, y a semejanza del Rey, también empezó a llorar. La lluvia fue llanto del cielo.
      Pero el Rey,  que en todo estaba, le habló a la Naturaleza y le dijo estas palabras: -Tú y yo somos afines; Yo soy tu fuerza como mi fuerza eres Tú. Yo quiero al HOMBRE, es mi obra, es mi MUÑECO DE BARRO. Ayúdame a darle vida; dale aire para que lata su corazón y sienta el amor; dale agua para que calme su sed y sepa llorar también; dale calor para que luche y trabaje, y dale por alimento el producto de tu tierra.
      La MADRE NATURALEZA, que era el Alma del Rey, perdonó la desobediencia del Hombre y calmando su furia y su llanto, volvió la claridad del sol y un Arco de siete colores resplandeció en las alturas como símbolo de paz entre la Madre Naturaleza y el Hombre, que era la obra perfecta del Rey.
      El tiempo siguió su marcha, y así la Vida su curso; y la voluntad del Rey, paso a paso se cumplió. La Tierra al fin se pobló y muchos hombres la cubrieron. Y los muñecos de barro descendientes del primero, por la voluntad del Rey, después de nacer murieron.
      Todo marchaba perfecto, pero, la inteligencia del ser humano, nunca olvidó el deseo del primer hombre: LA SUPERIORIDAD. Eso era bueno, pero desgraciadamente, esa superioridad se hacía acompañar de los PECADOS CAPITALES y no de las VIRTUDES TEOLOGALES. Y entonces el Rey, ese gran Rey que tantos poderes tenía, quiso que su MUÑECO DE BARRO con su GRAN INTELIGENCIA que lo había hecho omnipotente e inmortal a través de todos los tiempos de los tiempos, llegará  al final de su castigo para que, como Él lo había deseado, FUERAN UN SOLO SER POR TODA LA. ETERNIDAD.
      Él había prometido que regresaría, y estaba dispuesto a hacerlo; pero antes de ello, tenía que luchar porque sólo quedaran en su muñeco de barro, las Virtudes Teologales. Por lo que, convirtiéndose en espíritu, se metió en el corazón de todos los seres del mundo. El Hombre tiene conciencia, y la conciencia es el Rey, la lucha será muy dura si los hombres de la Tierra no ponen gran interés en dominar el pecado. Pero llegará ese día en que el muñeco de barro deje de existir por siempre, para  que, convertido en Espíritu puro, y  por toda una eternidad, SUBA A VIVIR EN EL CIEELO.
      Y así, querido lector, termina el cuento del Rey que jugando con el lodo del camino, hizo su obra perfecta, que fue su MUÑECO DE BARRO. Y colorín colorado, este cuento ha terminado, pero la historia del Rey con su Muñeco de Barro, seguirán por siempre existiendo, pues LA INTELIGENCIA los hizo inmortales, a través de todos los tiempos de los tiempos.
                                                   Prof.. Eladio Alvarado Ávila

Fotos de Puebla antigua

En el domicilio del poeta Gregorio de Gante con un grupo de amigos.
Jóvenes ingresando al cuerpo de policía, edificio de la 5 de mayo y 18 poniente.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Fotos de Puebla antigua

Plazuela en la calle 6 norte a un costado de la Capilla de Dolores
Demolición armería del Dean en las calles 5 oriente y 4 sur.

¿Qué es la muerte?


La muerte no existe, es tan sólo la metamorfosis del espíritu. El ser humano, vive como gusano arrastrándose por el mundo, hasta que, encerrado en el ataúd que forma su capullo, se libera el espíritu, y vuela al cielo transformado en mariposa. Saber qué es la muerte y la vida, nunca lo podrá saber nadie, porque es una cosa que no existe. Saber qué somos, qué fuimos y qué seremos, nadie lo podrá saber porque es sólo una idea, un pensamiento que no tiene contestación, porque no existe. Todo se transforma, nada muere, todo continúa.
      La muerte es la Esperanza de seguir viviendo.- De un libro llamado "Palabras Cristianas", leí el siguiente pensamiento: "La Esperanza, dice Dios, esto si que me extraña, me extraña hasta a mí mismo, esto si que es verdaderamente extraño". Y, a este pensamiento, yo hago la siguiente reflexión: Esperanza, de acuerdo al diccionario, es la confianza que se tiene de alcanzar algo. Entonces, esperanza es creer que hay un "algo", pero ese algo no existe; "el nacer y morir no existe", es un algo que hasta a Dios extraña.
      Dios es todo y lo abarca todo, Dios es lo material y lo espiritual; es la virtud y el pecado, es la verdad y la mentira, es una fuerza sin fuerza, porque existiendo no existe. Es un algo que es pero que no existe. Todos podemos creer en Dios, pero en este sentimiento nadie cree, porque no se siente y porque no se ve. Es un algo que ni Dios lo entiende; es un "algo" que es más que Dios porque existiendo no existe, y domina al propia Dios, porque ni Dios lo puede destruir.
                                                    Prof.. Eladio Alvarado Ávila