Señor, anoche estuve platicando contigo,
y dentro de esa plenitud espiritual entre Tu y yo, te pedí que esta mañana me
inspiraras para escribirte esta carta, encerrando en ella pensamientos que
hagan reflexionar a quienes la lean.
Quiero hablarte con sencillez, sin frases
seleccionadas como lo hacen los grandes escritores, y quiero ser tan franco
contigo, que quizá se me juzgue de blasfemo.
Ya que por tu sabia voluntad, a algunos
nos hiciste ignorantes, permíteme exponer mis pensamientos de reflexión, ante
la situación que estamos viviendo actualmente en el mundo. No quiero ser
pesimista, pero tampoco caer en un falso optimismo, cuando estamos viendo las
consecuencias de nuestra falta de evolución espiritual.
Entiendo que ya estamos en el inicio de
la sagrada profecía del Apocalipsis, pues aunque en todas las épocas de crisis
mundiales, la humanidad ha superado las calamidades, en la época actual, el
relajamiento moral, el amor y el respeto a Ti, ha degenerado en tal forma, que
ni siquiera se puede comparar a la que vivieron los habitantes de Sodoma y
Gomorra, que Tu destruiste por perversos.
La situación actual en el mundo es
caótica: guerras desbordantes de odio, codicia por las riquezas materiales,
exagerada degeneración sexual, incontenible adicción a las drogas y vicios en
general; egoísmos, codicia, envidias, ambición por el poder, falsa popularidad,
mentiras, mentiras y solo mentiras.
La materialización ha llegado a lo
máximo, nada más se piensa en el mundo material, casi todos nos hemos olvidado
de Ti; y hay muchos, que te nombran solo por costumbre y por hipócritas; se
acuerdan de lo espiritual pero únicamente de nombre, porque en sus acciones, ni
te respetan a Ti, ni saben que tienen un espíritu que es el los hace vivir, con
la esperanza de que escuchen el llamado de nuestro señor Jesucristo.
“Serán muchos los llamados y pocos los
escogidos”… ya se están cumpliendo estas sentencias divinas. Nuestro señor
Jesucristo, ya está en el mundo, pero no materialmente, como cuando lo enviaste
para que viniera a redimirnos. El dijo que regresaría, y ya está aquí, pero en
espíritu; su presencia la sienten solo los buenos, los de alma pura, los
humildes, los dóciles; los que si han respetado sus enseñanzas.
Los otros, la mayoría, no se fijan en El,
ellos siguen ensimismados en sus negocios… su codicia, su egoísmo, su ambición
y falta de amor hacia sus semejantes.
Los templos, los centros científicos, las
escuelas espirituales, las casas de cultura… están casi vacías; pero, en
cambio: los bancos monetarios, los centros sociales, las cantinas, las tiendas
de lujo y todo centro de vanidades, están repletos de gente que se satisface
materialmente.
Estas son las verdades que reinan en el
mundo entero. Y… si el fin se acerca… ¡que llegue ya, Señor! ¡que se vallan
contigo los buenos!... Y, los malos, los pecadores, los que no supimos cómo
obedecer tus sagradas leyes; los que como yo, nos creemos buenos y hasta nos
jactamos de platicar contigo, y acusamos, sin autoridad, a los que creemos ser
malos… nosotros, ¿a dónde vamos?.
Señor, perdóname, quizá por insensato.
Pero, ¿por qué permitiste que algunos naciéramos ignorantes, para hacernos
pecadores?. Creo que aún es tiempo,
¡sálvanos! No quiero creer en la terrible profecía del Apocalipsis. Y perdóname
también, por terminar esta carta así,
tan falta de respeto y amor a Ti, y a mis semejantes.
Profr. Eladio Alvarado Ávila
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ss=MsoNoSpacing style='text-align:justify'> Ahora, ya que mi tema está originado por la
palabra “Esoterismo”, veámoslo desde ese punto de vista; dice el diccionario:
“esotérico es lo oculto, secreto; aplicase a la doctrina que los filósofos de
la antigüedad, no comunicaban sino a algunos de sus discípulos.
Yo pienso que en la vida no hay nada
secreto ni oculto, y si algo no lo entendemos, es por ignorancia. La palabra esoterismo, ha dado motivo a que
muchos vividores la utilicen para engañar a la gente ingenua, que se deja
sugestionar hasta el grado de ver, oír y sentir, cosas que sólo son producto de
su imaginación descontrolada.
Para poder desarrollar facultades
“psíquicas”, o lo que es lo mismo: espirituales; se necesita una limpieza
estricta de nuestro cuerpo material y espiritual, reuniendo todas las
cualidades de amor a Dios y a nuestros semejantes.
Nadie puede ejecutar actos divinos, que
únicamente pertenecen a almas puras y mentes sanas. Sólo Jesucristo tuvo esa
gracia, y convertía el agua en vino, multiplicaba la comida, hacía ver a los
ciegos y hasta revivía a los muertos. Eso es el verdadero esoterismo, y no la
provocación del sueño hipnótico de la ciencia, y la imposición de sugestiones,
para dominar la voluntad de nuestros semejantes; que muchos estafadores
utilizan con las palabritas de: parapsicología, cibernética, paranormales, radiestesia
y un montón de nombres adaptados para impresionar a los ingenuos.
Ninguno de estos farsantes ha demostrado
un efecto realmente espiritual, todo en este aspecto es mentira, por falta de
conocimientos y experiencias. Las cualidades espirituales del ser humano, sí
están a nuestro alcance; pero para poderlas ejercer, primero debemos comprender
las ciencias de convivencia humana, para dar motivo a desarrollar nuestra
fuerza espiritual.
Vamos a combatir las injusticias que se
cometen con los débiles; vamos a liberar a los adolescentes de los vicios;
vamos proteger a los niños, a los ancianos y a los animales, de peligros; vamos
a trabajar honradamente y ayudar a los pobres. Principalmente, vamos a pregonar
el amor a Dios y a nuestros semejantes… Ese es el verdadero estudio de las
ciencias ocultas, que muchos ignorantes han confundido con los dizque
“fenómenos” llamados esotéricos.
El título de esta plática es “Verdad y
mentira del Esoterismo”. Ya expuse mis razonamientos en lo referente a la
mentira; ahora diré algo sobre la verdad. Nuestra mente, que es regida por
nuestro espíritu, tiene facultades indescriptibles, para que puedan ser usadas
por nuestra mente y cuerpo material, como: desdoblamiento del cuerpo
espiritual, la transmisión de pensamiento, la curación carismática, adivinación
del futuro… en fin, facultades divinas que es imposible de obtener, en un mundo
donde reina la ambición por los poderes materiales, el egoísmo, la mentira, los
vicios, la degeneración sexual… y, principalmente, la falta de amor a Dios y a
nuestros semejantes.
Profr. Eladio Alvarado Ávila